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Feliz Cumple(s)!!

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11 de enero de 2010

Acabo de caer en la cuenta que Hoy, este Blog cumple 1 añito!

La verdad cuando lo empecé fue casi una catarsis, una necesidad de exorcisar las palabras que se amontonaban por millones en mi cabeza. Hoy es algo muy distinto, y de hecho su contenido cambió bastante. Yo por otro lado estoy en una situación totalmente diferente. Cambié de trabajo, de estado civil y hasta de color de pelo. Tengo proyectos nuevos propios y compartidos y muchas ganas de concretarlos. Y hasta recordé lo mucho que me gustaba cocinar. Ahora los dejo porque mañana es el cumple del Sr. de las Zapatillas Verdes y tengo que terminar la torta de chocolinas y preparar la comida mexicana que le prometí para agasajarlo.

Les prometo que cuanto antes sigo con lo que venía contando.

21. En el horno…

Subió La Rubia y un rato más tarde llegó mi amiga J. a la que había prometido acompañar al cumpleaños y no pude menos que contarles todo lo que recién había pasado. J tenía alguna idea de la historia porque ya le había contado de los mensajitos por facebook. Les dije:

-Chicas, estoy en el horno

Les conté que me había dejado desconcertada y a la vez me había hecho pensar que podía haber algo más allá del sexo. Si bien no estaba del todo convencida si me gustaba o no, había algo que me atraía mucho y no podía dejar de pensar en él. Lo que más me complicaba era pensar que tal vez se fuera de vuelta a Brasil ese mismo lunes. En fin, mejor no pensar tanto -dije, cómo si eso me fuera posible. Tomamos algo y salimos. Antes de ir al cumpleaños pasamos a buscar a una amiga de J que estaba en la casa de un yanqui loco, que nos invitó con una copa de vino. Tomamos algo, nos reímos un rato y seguimos camino para el barcito donde se festejaba el cumpleaños. Era un bar chiquito y hacía calor. La mayoría de la gente estaba tomando algo en la vereda, adentro había un pista pequeña y música para bailar. Pedimos un trago y lo tomamos afuera, hasta que la rubia y yo escuchamos que la música de adentro empezaba a ponerse buena. J se quedó con su amiga en la vereda y nosotras entramos a bailar. Bailamos un rato solas hasta que se acercó un grupito de dos o tres chicos. Bailamos con ellos un rato y charlamos. Yo les daba charla para divertirme y para ver si había alguno que le gustara a la rubia. Eran muy chicos para mí, nunca me gustaron los pendejos. Y además no dejaba de pensar en El Viajero. Pero a La Rubia no le gustaba ninguno, y yo tenía muchas ganas de bailar, así que me puse a bailar con uno de ellos que se movía bien. Ya no recuerdo su nombre pero era dominicano, negro y bastante bonito, aunque un poco petiso. Tendría unos veintipico. Me contó que se volvía a su país al día siguiente y que ésta era su última noche en Buenos Aires; y me preguntó si quería terminarla con él. Pero yo no dejaba de pensar en El Viajero y la verdad, no me daban ganas. Le contesté:

-Acabo de conocer a alguien, que posiblemente sea mi futuro novio. Y la verdad no dejo de pensar en él… así que no, gracias.

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20. Un vaso de agua (2)

Me quedé muda. No sabía qué contestar.  Mis ideas estaban más desencontradas que nunca. Había un costado de mi cabeza que gritaba

-¿Qué??? ¿Me vas a dejar así? ¿Para qué mierda subiste??

Pero estaba también el otro costado, el que me decía

-relajate, si vos también tenías dudas, si vos tampoco querías que sea solo una noche más… ¿que problema hay en esperar? Y además te está diciendo que le gustás mucho, que te quiere ver mañana… esperá…

Pero mientras por  mi cabeza pasaban todas estas ideas, y tal vez algunas más, mi boca estaba cerrada. No era momento de decir nada, o tal vez solo de escuchar…

-…

-No es que no me gustes, te aclaro, me encantás y tengo muchas ganas, pero siento que no es el momento…

-ok…

-Vas a pensar que soy gay… -dijo después de un rato de silencio

-No, no… está bien…

Le contesté, después de pensar un rato, mientras nos quedamos abrazados, acariciandonos desnudos en la cama. Todo seguía siendo muy raro. Era a la vez un momento muy íntimo, pero seguíamos siendo solo dos desconocidos. Decidí hacerle caso a mi intuición, la que me había inspirado las dudas al invitarlo a subir, y la misma que me indicaba que no estaba mal esperar, que el hecho de que alguien te diga que quiere algo más que sexo con vos es una novedad interesante. Seguimos abrazados un rato más, acariciandonos y besándonos, hasta que se hizo casi la hora en la que mi amiga me iba a tocar el timbre. Entonces nos vestimos, y seguimos hablando un rato más en el living. Por algún motivo nos costaba mucho separarnos, y si no hubiera sido porque me había comprometido con mi amiga, hubiera preferido quedarme con él. Pero no podía colgar a mi amiga de esa manera, así que no me quedaba otra que echarlo, sutilmente.

-Pero… ¿es verdad lo del cumpleaños? ¿O lo inventaste para tener una excusa por si estaba todo mal?

-¡Es verdad! -Le dije -Mi amiga va a tocar el timbre en cualquier momento!

-Bueno, me voy… Pero solo si me prometés que me vas a atender el teléfono mañana. Quiero volver a verte.

-¿Mañana?

-Si, mañana te llamo. Prometeme que me vas a atender.

-Ok, te lo prometo.

Y sonó el portero eléctrico. Era mi amiga. Lo acompañé hasta la puerta y nos despedimos mientras hacía pasar a La Rubia.

Ahh! ¿El vaso de agua? Sí, tomamos un vaso de agua antes que se fuera…

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08. Will you be my Valentine?

Estaba bailando con mis amigas, tratando de olvidar el hecho de que mi celular nunca sonó, ni siquiera un mísero mensajito. De golpe, contra el marco de puerta, y con cara de aburrido, veo un bombón de apenas un metro de altura. Le hago señas para que se acerque, y viene, me toma de la mano, y le pregunto si quiere bailar. Me dice que si y levanta los bracitos para que le haga upa. Lo levanto. Mientras bailamos un rato, le pregunto:

-¿Cómo te llamás?

-Valentín -me contesta con vocecita tímida.

-¿Y cuántos añitos tenés?

Levanta tres deditos de la mano derecha y me los muestra, con carita de sueño.

-¿Querés ir con tu mamá?

-No…

Me contesta e instantáneamente apoya su cabecita sobre mi hombro y me abraza, como si nos conociéramos de toda la vida. Fue el abrazo más puro y tierno que me dieron en mucho tiempo. Y en ese preciso momento entendí todo. Me sentí una tarada total, esperando una muestra de interés de un flaco que claramente no podía darme nada. Que nunca iba a valorar nada simplemente porque no le interesaba. Solo quería coger conmigo. Y nada más. Y a veces ni siquiera eso. ¿Qué mierda hacía yo, esperando, rogando que apareciera, para darme lo que le sobraba? Basta. Basta de esperar lo que no hay, yo me merezco más que eso -pensé. ¿Que mierda hago esperando a un idiota que no tiene nada para darme? Lo que yo quiero es otra cosa. Quiero alguien que pueda abrazarme con la pureza y la sinceridad de un niño. Alguien que me quiera. ¿Porqué no? Si yo me lo merezco… Pensé, mientras se me escapaba una lagrimita, y seguía disfrutando de ese abrazo. Obviamente, no volví a mirar mi celular en toda la noche. No valía la pena, ni pensaba volver a verlo, yo me merecía algo más. Me quedé con valentín, hablamos, bailamos, tomamos coca y comimos torta. Más tarde conocí a Pitu, la mamá de Valentín. Era una amiga de La Morocha. Hablamos un rato de su hijo:

-¿Cómo me ves de nuera? Tenemos solo 26 añitos de diferencia….

Le pregunté riéndome, y ella se rió también. Antes de irse, Valentín me preguntó mi nombre, me dió un besote y un abrazo de esos que derriten el alma. A los pocos días, La Morocha me llamó para contarme, que fue a la casa de Pitu para mostrarle las fotos y videos del cumpleaños, y que Valentín cada vez que me veía en una foto decía:

-Esa es Des, mi NOVIA…

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07. Reflexiones…

En el post anterior mencioné como al pasar que para ese momento muchas cosas habían cambiado para mí. Que ya estaba cansada de la joda y las aventuritas de una noche. Pero me parece que no termina de quedar claro porqué y hay muchas cosas que todavía no conté. Voy a intentar explicarlo un poco, si es que se puede. Hubo muchos sucesos en la historia de ese año y medio que relato acá que me hicieron detenerme y pensar un poco. Primero, la historia del «Cacho de Carne» que me hizo pensar que a veces hablar de más no está tan bueno, y también que ir tanto al frente es una buena forma de evitar (conciente o inconcientemente) empezar una relación con alguien, conocer y dejarse conocer. Una especie de auto complot. Después, la historia con «El Rey León«, me hizo entender que no tengo ganas de estar en el último lugar en la vida de alguien. Que no tengo ganas de ser la que espera que el otro disponga de un mínimo ratito para mí. Así no me dan ganas. Pero hay otras cosas que todavía no conté y me gustaría desarrollar un poquito más. Una historia que me marcó mucho y me hizo cambiar mi forma de pensar fue la que pasó a fines de Junio de 2008. Era el cumpleaños de La Morocha, y yo venía viéndome con un flaco cada tanto, en una relación «sin compromiso». Al menos así lo planteaba él, porque a decir verdad, no cumplía ni el más mínimo de los compromisos, ni siquiera el llamarme cuando me decía -Te llamo-. Sin embargo, cuando se dignaba a aparecer, y después que a mí se me pasara el enojo, se tomaba el atrevimiento de quedarse a dormir en mi casa. Esta situación estaba empezando a hartarme. Primero porque si hay algo que odio es que me dejen plantada. Y quedarme esperando que alguien me llame cuando en realidad nunca tuvo la más mínima intención de hacerlo ya me parece una tomada de pelo. Y encima… ¿dormir en mi casa como si fuera un hotel? Esto ya era demasiado. Para peor cuando él se quedaba a dormir no había forma de que yo pegara un ojo, y ya estaba cansando de ir a trabajar sin dormir. Ese sábado que La Morocha festejaba su cumpleaños, por supuesto había quedado en llamarme. Ya me había colgado la noche anterior, y ese mismo sábado me avisó, por mensaje de texto:

Tengo ensayo, termino tarde. Te llamo cuando salgo a ver si te paso a buscar por el cumpleaños.

Así que me fui al cumpleaños de mi amiga, enojadísima y sabiendo de alguna manera que el flaco no iba a aparecer en toda la noche. Aunque de rato en rato miraba mi celular para ver si había alguna novedad. Obviamente sin resultado alguno. Entonces, comí y bailé y tomé con mis amigas, tratando de olvidarme del celular, del idiota en cuestión y de mi propio malhumor. Estaba enojada conmigo misma por darle más importancia de la que tenía a semejante tarado. Hasta que lo conocí a Valentín…

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76. Nadie pasa de esta esquina…

Viernes 1 de Febrero de 2008

Era el cumpleaños de una compañera del Call Center, La Colo y yo estábamos invitadas, y como ya se nos estaba haciendo costumbre, nos juntamos las cuatro. Veníamos saliendo juntas hace un tiempo ya y nos estábamos divirtiendo mucho. Mientras esperábamos que llegara una amiga de alguien, empezamos a hablar de eso, de lo bien que la pasábamos y lo bueno que era para todas poder salir en grupo. Y se nos ocurrió la idea de ponerle un nombre al grupo. Empezamos a barajar varios. Y como vivíamos hablando (mal) de nuestros ex, a La Morocha se le ocurrió «las divorciadas», pero no estaba bueno darles tanto protagonismo a ellos. La idea no era ser un grupete de despechadas, sino apuntar a divertirnos y pasarla bien. Caro sugirió «Las Divinas» y todas nos tentamos de risa. Por esa época venía sonando una cancioncita de un programa para pre-adolescentes, en el que había dos grupitos, Las Divinas y Las Populares. Tanto nos reímos que a partir de ese momento empezamos a llamarnos así, Las Divinas. Aunque debo confesar que yo siempre me sentía más una «popular», era un buen momento para cambiar de bando, aunque sea por un ratito. Sí, ya sé que suena muy idiota, pero era muy divertido!

Bueno, finalmente entramos al cumpleaños, que era en un barsucho de barrio norte. Nos tomamos un par de tragos, y bailamos un poco. Era temprano. En un momento fuimos al baño, y Caro empezó a hablar en portugués a los gritos y a salpicar a todos con agua de la canilla. Nos enganchamos todas y nos moríamos de risa. No parábamos de cantar y decir boludeces. Parecíamos teenagers. Ahí fue cuando nos enteramos que Caro tiene muy poca resistencia al alcohol. Un rato más tarde estaba tirada en un sillón sin poder levantarse. La idea era ir a bailar después, pero con Caro en ese estado no podíamos. Así que nos subimos a un taxi, la dejamos en su casa y una vez que chequeamos que había llegado entera hasta su departamento, seguimos viaje para el boliche…

24. Festejos y amigas nuevas (2)

A veces me distraigo. Continuando con el relato, en lo de La Colorada había varios amigos que no conocía, sus amigos de teatro, por ejemplo. Entre ellos La Morocha, una chica simpática que en principio no me cayó ni bien ni mal. Al rato cayó Caro (no es un nombre real, después se explicará porqué este seudónimo) compañera de la facu de La Colo, una morocha alta y llamativa que parecía muy desenvuelta, simpática. Estaba por recibirse de psicóloga como yo. Seguimos charlando y tomando un rato, hasta que nos decidimos a salir. La Colo no tenía muchas ganas pero la llevamos a la rastra. La morocha se fue antes. Así que salimos, La Colo, Caro y yo, con algunas amigas de La Colo, hacia el boliche. Era un bolichito en Palermo, cerca de casa, que yo no conocía. Aunque a decir verdad, no conocía prácticamente ninguno, hacía rato que no salía seguido. El lugar no tenía mucha onda, era medio cheto, mucho caretaje y punchi-punchi, la gente: cero onda. La Colo se fue temprano, yo me quedé con Caro. No nos conocíamos pero las dos teníamos ganas de divertirnos y estábamos solteritas. Así que fuimos a recorrer, bailamos, hablamos con algunos caballeros, no mucho más. A la salida, la acompañé a la avenida para que se tomara un taxi, yo estaba a diez cuadras de casa y pensaba volverme caminando. La pasamos lindo, le di mi teléfono y mi mail por si daba para alguna otra salida, ella me dió los suyos. Las dos estábamos medio colgadas y no teníamos mucho con quién salir. Debo confesar que esa fue la primera vez que “me levanté” una amiga. Ja!

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23. Festejos y amigas nuevas

22 de Diciembre de 2007

A mediados de Diciembre es el cumpleaños de La Colorada. El festejo se iba a hacer el sábado siguiente, en su casa, con la idea de pasar después por un boliche donde festejaba el suyo otra compañera del call, D. No conocía mucho a las amigas de La Colo, salvo a una, La Chica de la Tele, que me caía bastante mal. Igual fuí. Comimos algo, tomamos, charlamos. Estaban ahí varios amigos de ella. La Chica de la Tele, como siempre, acaparaba la conversación, hablando de sus tetas hechas y de anécdotas de cómo es trabajar en la tele. Claro que son temas que a todos le interesan en general, dan curiosidad. Pero para toodo lo que se decía ella tenía algo que acotar, y todo se relacionaba de alguna manera con su Maravilloso Trabajo. Y además no dejaba de aclarar que:

Tampoco es tan maravilloso, la gente se cree que uno se rasca pero es mucho trabajo, a veces no dormís, a veces madrugás mucho y hay que estar siempre pendiente y es mucha responsabilidad y blablabla…

Bueno, se nota que la chica no me caía bien, pero para que se entienda bien porqué debería aclarar que nos habíamos cruzado antes en unas vacaciones, cuando yo todavía estaba enamoradísima del enfermito. Nos habíamos ido juntos a la costa unos días, y un fin de semana vinieron unos cuantos compañeros del call, entre ellos La Colo y La Chica de la Tele (que no era del call pero fue con La Colo porque sus novios se fueron juntos a brasil y las dejaron colgadísimas). Nos divertimos mucho, salimos, comimos asados, picadas, etc. El Enfermito “trabajaba” en cine, y parece ser que para los que trabajan en la tele, el cine es algo más maravilloso todavía. No sé si hace falta aclarar que esta chica despechada (pero con los pechos hechos) hizo varios intentos descarados por levantarse a F. en mi propia cara, incluso le dió su tarjetita y le pidió su número y su mail enfrente de mis ojitos. A lo cual yo no dije nada de nada pero si las miradas mataran… supongo que se entiende porqué no me cae bien.

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05. El comienzo (3)

En algún momento F. se cansó de seguir llamándome y entendió. O al menos eso creí yo: que había entendido. Para mí cortar con esa relación se sintió como quitarse un tremendo peso de encima, o dos. Por un lado porque ya no la pasaba bien así, estaba todo el tiempo esperando la catástrofe, era la crónica de una muerte anunciada. La relación se había vuelto rutinaria, parecíamos un matrimonio de viejitos, no hacíamos mucho, apenas salir a caminar un rato, ver alguna peli, si no nos quedábamos dormidos, cocinar, comer, comer… ya casi ni cogíamos …deprimente. Me di cuenta que había estado deprimida el ultimo tiempo (con él) cuando me miré al espejo y me subí a una balanza: resultado, casi siete kilos de más. Es raro, pero he notado que en general, solo aumento de peso cuando estoy deprimida, y se puede estar deprimida sin saberlo, se ve. Así que el segundo peso que me quité de encima, fue el de mi propio cuerpo. Empecé el gimnasio y la dieta, y sin hacer demasiado esfuerzo, volví a mi peso habitual, y empecé a sentirme mucho mejor. A los pocos días, mi amiga J. que sabía que estaba sola y aburrida me invita a una fiesta. Era el cumpleaños de un amigo, de una amiga de J. En algún otro momento de mi vida, sin dudas hubiera dicho que no. Moría de la vergüenza de solo pensar en ir a un lugar rodeado de desconocidos. Pero dije que sí, mejor que quedarme encerrada en casa sola iba a ser, y siempre podía irme. Así que fui. La fiesta no fue la gran cosa, pero ¡Oh, sorpresa! Cuando volví me encontré con un sobre en la puerta de mi casa. No en la puerta del edificio, sino en la de mi casa!

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04. El comienzo (2)

Para qué decir que fue un cumpleaños deprimente. No sé si el peor de mi vida, pero uno de los más tristes que recuerdo. No tenía mucho que festejar. Aunque el final de mi relación con F. era predecible, y ya había llorado mucho durante nuestra relación, tampoco estaba como para festejar. De golpe me encontré sola, muy sola. Ya dije que tengo pocas amigas, y ninguna disponible para reiniciar mi vida de soltera. D. (La mamá de mi sobri) está casadísima, y nunca le gustó mucho salir. G. (Mi Vecinita) está de novia, puede que se prenda en alguna pero no en todas. A V. (La Flaca) la veo una vez cada mil años. J. es una buena compañera para ir al cine, a ver esas pelis que nos gustan a nosotras solas, pero salir… mmmm. Había que buscar aliados para esta nueva soltería. Me acordé de N. que fue mi compañerita de banco en el trabajo (un trabajo aburridísimo en el Call Center de un banco, que ayudaba con el alquiler, pero se me hacía cada vez más pesado) tomábamos mate y charlábamos, había buena onda, y se había peleado con el novio hace poco más de un mes. Si, ya sabía por donde empezar. Mientras tanto, F. (mi ex) me hacía un llamadito cada 2 o 3 días para ver si se me había pasado el enojo. Yo le seguía contestando lo mismo: por ahora no quiero verte. Y cortaba.

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